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lunes, 21 de septiembre de 2020
LA FUERZA RADICA EN LA DECISIÓN, EN UNA DECISIÓN.
Hoy estoy cumpliendo 58 añitos de edad. Que dicha dirán muchos. Para mi en lo personal lo es. Imaginate que hace 8 años atrás yo pensaba que vivir 50 era más que suficiente. Vino mi hija Maria a mi vida y todo cambio.
Para poder recibir ese tesoro llamado Maria tuve que tomar una decisión. Muy seria decisión pues implicaba tener en mis manos una vida. Llame a varias amistades y algunos me decían que no porque ya estaba viejo y era mas bien momento de disfrutar mi matrimonio, otros decían que era algo muy tierno de mi parte y me traería mucha alegría a mi vida y otros me dijeron que era algo demasiado grande a mi edad y que mejor la pensara bien antes de tomar esa responsabilidad. Al fin dije que sí y hoy dia no me arrepiento de tal decisión. Maria ha traído un nuevo reto a mi vida y con este reto un nuevo deseo de continuar viviendo y dando lo mejor de mi.
Para tomar la decisión platique mucho conmigo mismo y con Dios. Mis amigos habían dado diferentes veredictos y me tocaba sentarme a pensar en aquello.
Muchas veces nos vemos atrapados en un callejón sin salida a falta de no poder tomar un camino necesario ya que ignoramos realmente cuál camino escoger. La falta de escogencia, más bien la ausencia de información apropiada para saber cual camino tomar, nos limita e incomoda porque nos hace estar y permanecer en un estado de inoperancia e incapacidad de movernos.
Los factores que nos limitan se deben básicamente a indecisión, a falta de poder y/o capacidad para decidir sobre este o aquel diferente camino. Lo peor de todo esto relacionado con nuestras indecisiones, es que muchísimas veces en la vida nos vemos apagados o faltos de encontrar paz y luz porque buscamos que otros nos den el visto bueno sobre aquello en lo cual nos debemos enfocar para tomar la decisión. Y lastimosamente quienes nos impiden avanzar son seres queridos que nos apagan las intenciones para continuar en aquello que nos interesa.
Si me preguntan a mi al respecto les diré que yo soy una persona que no doy consejos a cualquiera, así como tampoco a quien no me los pide. Esto de poder expresarme, libertad por mi Creador otorgada, es una libertad inalienable e innegociable. Muchas veces cuando no encuentro una senda apropiada para lograr algún fin, me acerco a alguien y le pido consejos. Tengo varios amigos que son realmente amigos pues me dan sus consejos sin esperar nada a cambio. Me refiero a que no esperan que yo corra a seguir el consejo que me han dado así como tampoco esperan que yo me suicide porque sus consejos no son lo que yo esperaba. Tengo varios amigos buenos que son así. Confío en ellos, les amo con amor entrañable, puedo contar con ellos y ellos conmigo, y creo que esa es una dicha por muy pocos disfrutada hoy dia.
Imaginate un mundo en el que todos te dan su opinión, su consejo o su crítica sin que se los pida. Enloquecerías escuchándolos a todos y tratando de hacer todo lo que te dictan sus propias sabidurías. Es claro que no se podría hacer algo así y ese es un gran problema que estamos enfrentando actualmente. La gente está escuchando demasiadas voces en diferentes medios y tonos y se están volviendo personas amargadas ya que no puede satisfacer esa múltiples voces, y, por ende, tampoco encuentran satisfacción en su vidas ante la ausencia o la incapacidad de poder tomar decisiones.
Te puedo decir que en mi experiencia ha sido clave pedir primeramente el consejo de Dios, luego buscar el consejo de amigos sinceros y al final lanzarme de lleno a buscar confirmar, por experiencia propia aquello que me interesa lograr. No me quedo solo con el consejo de Dios porque a la verdad Dios te ha dado maneras de encontrar el camino a través de Su Palabra y también de nuestros amigos. Dios es sabio y sabe que solos jamás lo logramos. Pero eso si, no dejes de complementar estos tres factores porque uno solo que falte te va a dejar cojeando y el precio será muy alto a pagar. Dios es Perfecto.